El destino nos tiene preparadas sorpresas, unas buenas, otras no tanto, pero el saber vivir o torear es lo que nos ayuda a seguir avanzando. Muchas de esas sorpresas se producen en los miles de cruces de caminos por los que pasamos a lo largo de nuestra existencia, y con ellos, las personas que conozcamos nos harán reír, llorar, gritar, sonreír como un tonto, enfadarnos y hasta desear que ese cruce no se hubiera producido. Pero si así el destino lo ha decidido, qué hacer? Ignorarlo? O afrontarlo pase lo que pase? Sin miedos, con paso firme, pero con esa cautela que sólo los años nos pueden dar...
Yo siempre pequé de miedosa, de dudar, en muchas ocasiones me ayudó, pero en muchas otras, fue lo que consiguió que ese cruce, ese descubrimiento se convirtiera en dolor, confusión y decepción.
El último año, además de pensar y reflexionar sobre diversos aspectos de mi vida, me ha hecho romper limitaciones, miedos que me impedían avanzar y por tanto, vivir en la dirección que yo quería y necesitaba para ser feliz. Esa ruptura ha llevado a ver las cosas de forma distinta, y sobre todo, a luchar por la persona más importante de mi vida... Yo.
Sencillo, pero a veces, tremendamente difícil de ver.
P.D.: Lo que está claro es que si el destino o las circunstancias (para aquellos que no creen en él) han decidido que se cruzará en tu vida una persona, puedes correr todo lo que quieras, pero se cruzará. El cómo vivirlo dependerá exclusivamente de ti.