En forma de pequeñas gotitas que se posan en la piel como una caricia. Sin duda, la melodía de la naturaleza. Ya sea en forma de cortina o como calderos lanzados al viento. La lluvia forma parte de mi, es de los fenómenos que más me entusiasman, incluso cuando va acompañada de relámpagos y truenos, ahí es sublime. En mis relatos casi siempre aparece la lluvia, da igual en qué forma, está, acompañando a los personajes, siendo el hilo conductor que los une, o simplemente, enmarcando la historia. Me gusta que sea así, puede dar un aire de tristeza, melancolía, o por el contrario, servir de bso de un beso, una caricia, o de cada una de las embestidas envueltas en deseo. Es único lo que la lluvia puede llegar a hacernos, influirnos.
Llevamos días acompañados de la lluvia, unas veces suave, otras enfurecida, y aunque para algunas personas pueda resultar engorroso y triste la ausencia de sol, para mi es pura inspiración. Cada gota, cada charco, cada parterre rebosante de agua puede ser el inicio de una historia; incluso los cristales empañados de vaho del coche, o la ventana desde la que veo llover, pueden ser ese clic que hace que la mente se vaya, se pierda entre mil pensamientos y sin más, fluya una nueva vida, una nueva historia.
Quizás mañana salga el sol, y el rumbo de los personajes cambie, pero en este momento, hay dos personas pisando charcos, cruzando miradas, y yo, quiero saber hasta dónde les lleva un día de lluvia.
Verdad?
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