Qué bonito era cuando tus ojos se posaban en los míos, cuando tu sonrisa iluminaba la mía, cuando tus caricias devolvían la vida a mi piel, a mis sentidos... Cuando con un susurro todo tenía arreglo, no existían los obstáculos, los miedos, ni los reproches... Cuando con sólo pensarte, venías fuerte, sonriente, alegre, decidido, a mí... Cuando nuestros cuerpos se amaban a un solo ritmo, en una sola dirección y en todas, tus besos, tus gemidos, tus bocados, tus deseos... Mi cuerpo, tu templo; tu alma, mi reino... Qué bonito era verte en mis ojos, oscuros como el otoño, qué bonito era verme en los tuyos, tan profundos como el cielo...
P.D.: Qué bonito era cuando... En tus ojos, yo era tu destino...
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