El Silencio es el Verdadero Lenguaje de las Almas

El Silencio es el Verdadero Lenguaje de las Almas

viernes, 28 de diciembre de 2012

Café para dos



Durante unos segundos parecía que el tiempo se había detenido... Sentada, alejada del mundo, sumergida en sus pensamientos, aún existiendo decenas de personas en aquella cafetería, era como si no estuviera, como si no estuvieran... Afuera, el viento y la lluvia mantenían un bonito baile, donde la lluvia se dejaba llevar al compás del viento, haciendo la delicia de quienes aman la lluvia, la desdicha de quienes la odian, y el entretenimiento de quien solo observa...
Así estaba ella, observando la lluvia justo cuando su mente se fue a una tarde de otoño en ese mismo lugar, con el olor a café inundando sus pensamientos, sus emociones, sus nervios; había pasado tanto tiempo desde la última vez que se habían visto, que se sentía como si fuera la primera vez... El peinado, la ropa, el maquillaje escaso pero justo, los zapatos, el perfume; tantas cosas a tener en cuenta, y que realmente, no tenían porqué tenerse...
Aquella tarde también llovía, suave, tímidamente; el viento, se había transformado en una delicada brisa helada que lo envolvía todo, que lo congelaba todo... La misma ventana, la misma mesa, el mismo sillón... Como siempre que iba, un café solo con dos de azúcar, no hacía falta pedirlo, se lo traían sin más junto con un trozo de bizcocho de chocolate, su vicio... Allí pasaba horas, bien observando a la gente a través de la ventana, escribiendo en su cuaderno de sueños perdida en mil historias, o simplemente conversando con Mamen, la chica de los cafés de ensueño y los dulces pecaminosos... Todo era tan esperado, reconocible, rutinario, que ella parecía parte del mobiliario... Sin embargo, todo cambiaría gracias a un charco, gracias a la lluvia.
Cruzaba entre dos coches protegido con un gran abrigo cuando el destino quiso gastarle una broma, una furgoneta de mensajería convirtió lo que sin más parecía un pequeño charco, en la perfecta cortina de agua... Ella, desde su sillón observaba la escena con expectación, con asombro y con la carcajada que no se puede evitar ante tal baño en plena calle... Sus miradas se cruzaron durante un segundo, después, desapareció... Un escalofrío le recorrió la espalda al verle entrar en el Café, aunque la lluvia y el frío habían empañado los cristales, él, la había reconocido...



- Pero Luca!!! Desconocía tu amor a la sopa -le dijo Mamen entre risas al verle entrar- y sobre todo, a bañarte en ella.
- Sí, me "encanta" -le respondió entre una mirada asesina y otra de "será hijaputa" sonriente-.

Se acercó a él y dándole un paño seco le ayudó a quitarse el abrigo... Ella miraba de reojo sintiendo cómo su respiración iba "in crescendo"... Le oyó pedir un café a lo lejos, lo siguiente, susurrarle al oído:

- Así que riéndote de mi ehhhh... perdida!! Ni una llamada, ni un mensaje, nada, ya no quieres saber nada de mi... -y se sentó frente a ella.
- Quien viene a hablar "Don Estoy tan liado que no puedo responder a un saludo", pues... Además, tampoco me has llamado tú, ni me has buscado, sabes dónde encontrarme, si quieres algo, sabes dónde estoy. Y por cierto, vas monísimo con ese "look" tan húmedo y acorde con el día, tú si que sabes!! -le respondió esquivando su mirada al principio, manteniéndosela divertida después, guiñándole un ojo al final, y volvió a su café.
- Golosa...
- Envidioso...
- Te vas a poner...
- Buenísima!!! -le sacó la lengua, mientras su mirada se perdió en la lluvia.

- Qué originales!!! No sé para qué tantos cursos de café, si luego me piden café solo, hale... Y para mi niño...
- Gracias Mamen, tu bizcocho es una deliciosa tentación...

La miró de nuevo, le sonrió y comenzó a devorar el bizcocho con el café... Posiblemente, mil pensamientos recorrieron su mente en ese momento, buenos, malos, pero sobre todo, curiosos... Se habían visto varias veces desde que ella se había mudado a la ciudad por trabajo, y aunque disfrutaban cuando se veían, cada uno tenía su espacio, ella sabía que él era muy reservado, celoso de su intimidad, y que lo mejor, era dejarlo estar y aprovechar cuando se vieran; pero siempre había pensado una cosa "nada sucede sin una razón..." y con ese pensamiento, siguió disfrutando de su café, riendo con él, peleando cuando él se comió el bizcocho de ella, hablando de cómo le iba en el trabajo, si se había adaptado bien, si echaba de menos a su gente, "sí, y a ti" se dijo para si, cómo pasaría la Navidad, y así, hasta que el reloj dio las siete y media... Se sonrieron, ambos tenían que seguir su camino, se abrazaron, sintiéndose el uno al otro, anhelándose, se besaron, suave, se despidieron, ella acariciándole la cara, él jugando con su pelo, se miraron una última vez, y ambos tomaron caminos diferentes perdiéndose entre la gente...

Un largo suspiro salió de sus labios, le habría gustado contarle tantas cosas, que ese instante hubiera durado más, pero quizás las cosas pasan y punto, no hay que darles más vueltas... Anduvo rato sin rumbo, pensando, imaginando, recordando, sonriendo, al fin y al cabo, no vivían tan lejos, pero parecía que existía una distancia eterna entre ellos... Abrió la puerta que daba al jardín y entró dejando atrás un día más... Si algo le gustaba de la casa que le había buscado la empresa era el jardín, pequeño, pero suficiente para tener plantas, algún árbol, flores, y tulipanes, su flor favorita, pero sobre todo, para poder sentarse y disfrutar del atardecer; sin duda, perfecta. Cerró la puerta dejando las llaves sobre un cenicero azul, el bolso colgado en el perchero que construyó con una placa de bienvenida que no servía para nada, los zapatos junto al butacón donde chaquetas y abrigos tenían su hogar... Comprobó el correo, nada interesante, subió las escaleras y se encaminó al baño; la bañera la esperaba...
El vapor salía por debajo de la puerta, dentro, la oscuridad se rompía por la luz de una vela junto a la bañera. La espuma crecía y se esparcía sobre el agua liberando un suave aroma a moras, talco y coco... Dejó caer la ropa al suelo arqueando la espalda, se quitó la goma del pelo dejándolo caer sobre su espalda y su pecho... Primero un pie, ardía, luego el otro, un suspiro, sentarse, un gemido, sentir el calor, cómo cada músculo se relajaba, hundirse en el agua, serenidad, silencio, desconexión... Una hora después y arrugada como una pasa, se secó, se puso su última adquisición, un pijama de "Campanilla" y se dispuso a tirarse al sofá junto con su manta y una de sus favoritas "Midnight in Paris"... Encendió la tele, unas palomitas, y justo cuando se quitaba la toalla para quitarse los enredos del pelo...

- Hola?! -dijo con cara de rareza, desconcierto, sorpresa, alegría, miedo, cuando abrió la puerta.
- Hola, María... -respondió Luca con decisión.
- Mmmmm... -su corazón al borde del acantilado.
- Digo que...

Dos segundos, dos eternos segundos de silencio y de repente, Luca se abalanzó sobre María, cogiéndole el rostro entre sus manos, besándola, un beso corto pero profundo, suspiraron, la volvió a besar, se miraron... Ella sumergió las manos en su pelo atrayéndole para si, esta vez, sus lenguas comenzaron a saborearse, a jugar, mientras él, la cogía en brazos y cerraba de un portazo... Las miradas y besos se mezclaban con bocados camino del sofá, dejándose caer sobre ella; pronto el abrigo terminó junto con las palomitas, en el suelo, con su jersey, la camiseta de "Campanilla", sus pantalones... Él comenzó a deleitarse con su cuello, besándolo, mordiéndolo, lamiéndolo, mientras los gemidos, risas y suspiros se sucedían... Ella se aferraba a su espalda, apretándole, mientras su mano se perdía en sus bóxers buscando su polla que crecía con cada caricia, con cada suspiro o gemido, con cada movimiento de cadera, que encendía más y más sus sentidos... Le rodeó la cintura con sus piernas justo antes de deslizar con sus pies los bóxers, que terminaron junto con el resto de la ropa; en ese instante, él le acarició su tanga de encaje negro, de repente, una descarga eléctrica recorrió su cuerpo, liberando un suspiro de sus labios... Se besaron, ella le mordió el labio, él le sonrió mientras comenzaba a bajar por su cuello, beso a beso, lamiéndole la clavícula, siguiendo hasta su pecho izquierdo, lo apresó entre su mano, y comenzó a devorarlo... Primero lento, con besos, pequeños bocados, despertando el pezón con su saliva, después chupando, jugando con él, mientras sostenía el otro en busca de su pezón... Los suspiros y gemidos se iban mezclando con risas, susurros de deseo y caricias... Subió de nuevo hasta su cuello y le susurró al oído "shhhhhh", volvió a perderse entre su piel hasta llegar a su destino...Su boca se acercó al tanga, su humedad lo había invadido, jugó con él, lo mordió, lo lamió, mientras su cuerpo se abandonaba a los deseos de Luca... Sus dedos comenzaron a deslizar el tanga por sus piernas envueltos en suspiros, mientras su boca se perdía en su coño húmedo, jugoso, ardiente... Un dedo lo recorría, lo acariciaba, después dos, mientras su lengua se hundía en él, saboreando, lamiendo; los gemidos se entrelazaban su cuerpo en tensión, con sus manos aferradas a Luca para que no parara... Tres dedos y un suspiro... Cuatro liberan un grito... Y así hasta perder el norte, no saber dónde estaba; pero con una cosa clara, Luca estaba ahí... Sus manos iban y venían a su sexo exhausto, hasta que de repente, se detuvo, la miró, le sonrió y subió hasta su boca para compartir su deseo... Esta vez, consiguió apresarle entre sus piernas y lo tumbó, sentándose encima de él, rozándose con él, sintiendo el calor de ambos sexos, sintiendo el apetito en sus ojos... Se acerco a su cuello, le mordió, subió hasta el lóbulo de su oreja derecha, tiro de él con sus dientes y después se lo lamió, paseó por su mentón, le mordió la barbilla,  llegó a su boca, la conquistó con sus labios y su lengua... Le acarició la nariz con la suya, y comenzó a descender lentamente por sus hombros, por su pecho, lamiendo y relamiendo sus pezones, excitándolos, mordiéndolos, devorándolos, rumbo a su destino que dura y erguida se dejaba llevar por el movimiento de sus pechos; su cabello aún húmedo creaba caminos de agua en el torso de Luca, brillantes con cada respiración... Últimos besos dejando atrás su ombligo, llegando a su sexo que solitario se encontraba junto a su cuello, en ese momento, sus labios la recorrieron desde principio a fin, lento, llegando a la punta, acariciándola con el pulgar, luego con los labios, después con la lengua, humedeciéndola, hasta chuparla, lamerla y comenzar a comérsela entera, mientras su mano la sostenía, la acariciaba, jugueteaba, y así, volvía a ella... Ella le observaba, con cada beso un suspiro, con cada chupón un gemido, y así aumentando su respiración, su polla y su deseo... De nuevo, subió hacia su boca, mientras su mano seguía jugando con ella; piel con piel, subiendo poco a poco, hasta dejarla a las puertas de su coño, que palpitaba suplicando que le follara... Comenzó a sentarse sobre él, sintiendo cómo entraba, cómo cada centímetro la penetraba, la llenaba hasta el fondo; Luca rodeado por los brazos de María en su cuello, la besaba, le besaba, se besaban... María arqueó su espalda dejando sus pechos al alcance de Luca que los saboreó de nuevo, deleitándose con la lengua, recorriendo sus lunares y haciéndolos suyos... Entre suspiros comenzó a balancearse, a moverse, mientras él la sostenía por las caderas, guiándola, penetrándola con cada movimiento, haciéndola suya, respirando de sus gemidos, devorando sus tetas entre susurros "Eres mía..." y suspiros que les envolvían... Los movimientos cada vez eran más y más profundos, intentando fundirse el uno con el otro, entonces, Luca la cogió entre sus brazos, se tumbó encima de ella y hundió su sexo en ella, repitiendo una y otra vez, mientras entrelazan sus dedos, fundiéndose, consumiéndose, follándose, respirándose hasta la última embestida... María sumergida en un mar de gemidos. Luca a punto de estallar en ella; se miraron, se sonrieron, se besaron, y con ese beso, se fundieron en uno... Un gemido estalló en su interior, resonando en toda la habitación, Él se hundió en el cuello de María, mientras su mano sostenía su rostro... El silencio invadió sus cuerpos solo roto por su risa que entre suspiros miraba, ahora sonriente y exhausto...

- No te muevas, -susurró María- estoy saboreándolo.
- No no lo haré -mientras la abrazaba sintiéndose dentro de ella.

Se sonrieron, se miraron, se besaron, siguieron acariciándose durante horas, observándose, tatuándose la piel el uno al otro, rieron, vieron "Midnight in Paris", se perdieron bajo una manta, volvieron a devorarse una y otra vez hasta el amanecer, pero sin duda, Luca dijo una realidad...

- Te encontré.

P.D.: ...

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