El domingo hizo un precioso día de primavera adelantada, me fuí de excursión y llegué hasta el embalse del Cenajo, en Albacete. El embalse estaba impresisonante, lleno de agua, la zona de descanso era preciosa, con unos grandes álamos, que dejaban pasar unos dulces y calientes rayos de sol, mmmmmm, leer el periódico allí fue magnífico, relajante, lo necesitaba; el sol ayuda en muchos males, en el mío también, sin embargo, a la vuelta, esa noche, la oscuridad se hizo palpable, se podía tocar, incluso acariciar... Desde entonces, no hay sol, hoy es jueves y seguimos con nubes, lluvia, viento, frío, me acompañan en mi vagar, como un cortejo. No me importa que los días sean oscuros, color ceniza, helados, cortantes, húmedos, me gusta el invierno, lo que pasa que mi ánimo sigue mal, mi rodilla sigue peor, a las articulaciones no les viene bien los juegos de temperatura. Pero en el fondo, me siento acompañada, la naturaleza sabe que soy nocturna, que me alimenta la luna y la noche, y por ello, me acompañan los días oscuros, a la par que las noches...
Espero que en algún momento, aunque sea pequeño, el sol haga su aparición, más que nada, porque estoy superpálida, parezco una hija de la noche, normale, mi tez blanca como la nieve, mis cabellos oscuros como la noche de luna nueva...
Ainsss, dichosa oscuridad que me ilumina...
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