Me encanta el arte, en varias ocasiones lo he comentado, no podría quedarme o decir que me gusta un estilo más que otro, no sería sincera y la verdad, no puedo decantarme por uno en especial, todos tienen algo que les hace increibles, desde el clasicismo, el románico y gótico, el esplendor del renacimiento, la locura del barroco, el neo, hasta nuestros días con la multitud de diversidad que existe. Hoy he descubierto una obra que me ha hecho pensar, y de repente, me he visto dentro de ella, en el lugar del protagonista, el cuadro "El caminante sobre el mar de nubes" de Caspar David Friedrich, un artísta de mi querido Romanticismo, tengo que reconocerlo, es una época apasionante. Al observarlo, me recordaba en mis paseos por la playa, pensativa, en mis cosas, mirando al horizonte, mirando a la nada, dan ganas de lanzarse a las nubes y perderse en ellas, me dan ganas de lanzarme y perderme, pero me quedaré sentada en el sofá, admirando una vez más, uno de los regalos que nos ha dado la vida, la imaginación...
Caspar fue uno de los propulsores, consciente o inconscientemente, del movimiento Sturm und Drang (tormenta e impulso), conocido como el génesis del torrencial Romanticismo decimonómico, junto a él, otras mentes inquietas y creativas como Beethoven o Goethe. Mirar un cuadro suyo es mirar lo que en realidad se está viendo, cuando, con los ojos suspendidos en el horizonte, la vista se pierde. Estar ante una obra suya es lanzar un suspiro sentido, desgarrador y profundo, para entrar luego en el terreno apacible de la nada.
P.D.: El arte es mi verdadera vocación, las letras otra forma de expresarme, en el fondo, ambas son lo mismo, el medio es lo que cambia... Disfrutadlo
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